Rostros

Cuando viajamos y andamos de turistas solemos poner la atención en los paisajes, la arquitectura, la comida, entre tantas cosas que hacen a descubrir un lugar desconocido para nosotros hasta el momento. Toma tiempo conocer profundamente las particularidades de cada sitio y no basta con unas vueltas por ahí como para poner el check que estuvimos.

A mí son los rostros los que primero observo cuando llego a un lugar nuevo. Como el de esta señora que apenas me bajé del bus en Panajachel, Guatemala, me miró y cálidamente me dio la bienvenida con esos dulces ojos, esas arrugas que hablaban del tiempo, con esa acción que seguramente practica hace años queriéndose ganar la vida día a día, con esa vestimenta y ese peinado tradicional que me contaban sobre sus tradciones y con esa sonrisa de esperanza que le daba ver a un nuevo turista en su tierra.

Son esos rostros que me anclan, me inspiran, me hablando de un montón de cosas y que con el mayor de los respetos intento guardar en mi lente y en mi corazón.

En una libreta que perdí tenía el nombre porque recuerdo habérselo preguntado y anotado.

Seguiré intentando encontrarla.

Estos rostros tienen un nombre, una historia y siempre algo que enseñar a quien llega a un nuevo lugar.